Me gusta elegir con calma los filetes, el pescado y la pasta en el supermercado. Sobre todo cuando los calientes rayos de abril, hacen a las mujeres cubrirse con leves ropas, señalando sus pechos y sus nalgas. Y Poe, con su cuervo adyecto de la delación, desdeña la luz del mediodía. Busco naranjas y frutos tropicales, mientras la isla de la utopía cercena la bruma del invierno agreste.
.jpg)
Y luego ese dolor que cruje en mi pecho, en mi espalda, mi aorta, mi carótida, mi cerebro. mis dientes. La luz que me agoniza lleva ya varios recibos atrasados.
Releo a Dickens, a Conrad, a Tolstoi a Kafka, a Faulkner. Que gran frase la del viejo de Missisipi,amante de las ninfas del Sunset Boulevard: " Entre el dolor y la nada , eligo el dolor..."
Sin embargo a veces, a esa hora imprecisa de la noche, viene a visitarme ese niño de faz reconocible, que se burla y se rie, y acaba llorando desconsoladamente, y se marcha sin dejar ni una huella de su crimen. A esa hora, siempre un cuerpo, tu piel amor mío, salada y húmeda, de sinuosas líneas calientes y olor agreste a cuerpo satisfecho, es lo que me salva sin tregua del insomnio.Y falta aquella...la que me viste y me desviste con dedos de sierpe enamorada. La que siempre me espera en el límite preciso donde el rincón del viento ya se encalma y huele a maresías...
Sí, sí, Dios me conoce y yo conozco a Dios. Y no sé cual de los dos es el más falso....
(Juanma Miranda)
No hay comentarios:
Publicar un comentario