martes, 23 de agosto de 2011

Confía siempre en la bondad de los desconocidos, pero no te olvides nunca de cortar la baraja...

Confía siempre en la bondad de los demás, de los desconocidos, pero no te olvides nunca de cortar la baraja...Ese fue el consejo que me dio una noche un buen jugador de poker, después de jugarse las ganancias de toda una velada nocturna de seis horas de juego, a una doble pareja de damas y cuatros, que esperaban ver llegar como un naúfrago un barco otro naipe bendito, para arribar al Shangrilá del full house, que nos serena el alma y nos envenena el corazón, como si hicieramos el amor..
Soy un jugador frío. No me va embarcarme en encarnizadas batallas con dobles parejas, o refriegas con tríos bajos sobre la mesa. Prefiero, como decía una escritora, de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme; ser como el corazón: un cazador solitario... Prefiero hablar el último, ser mano, explorar el territorio de las debilidades humanas en los otros jugadores. La ambición, la cobardía, la temeridad, la lujuria, sí, sí, es posible observar la lujuria en un judador mientras contempla como le van llegando las cartas ante sus ojos. Me gusta poner trampas. Que me cojan un farol o dos. Para de ese modo sorprenderles en la justa medida de sus desmedidas ambiciones.
Me gusta pasar varias veces.No voy. No las veo. Aún pudiendo ligar una buena mano. Me tendrán por inseguro, por temeroso,por cobarde. Sólo conocerán la dimensión exacta de su error, en el momento que me descarte y yo elija y cuando yo lo elija. Cuando los naipes se sucedan, descendiendo de mis dedos, en la justa proporción del instante requerido.En ese preciso momento comprenderán la verdadera la dimensión de su error.
Sólo se muere una vez. Le debemos cien muertes a Dios. Si se la pagamos hoy no se la deberemos mañana; Escribió William Shakespeare en su Enrique IV. Tréboles, corazones, diamantes...la matemática exacta de la vida. El tiempo que nos va devorando como un tigre.La meta es el olvido, pero yo he llegado antes... Van dos ases en la primera mano, entorno los ojos, miro al horizonte que se apaga con una luz menguante, púrpura...y naranja.


Suben tres contrincantes en la partida de poker de la vida. Yo aparto mis dos ases.Lo demás es como una bala en el cañón del revolver. Salir al viento frío de la noche con el alma invencible, o escuchar el crujir del percutor....y no ver nacer jamás ya un nuevo día...Eso está bien para los espíritus melodramáticos, a los que les gusta salir de escena tras un golpe de efecto. Pero a las almas más meditativas y fatalistas como la mía, nos basta con esperar a que el destino reparta nuevas cartas. Si hoy salieron adversas y dolorosas, mañana pueden ser benignas y gozosas. Y si nunca más vuelven a salirme buenas cartas, significará, entonces sí, que ha llegado el momento de salir del juego. Y cuando el viento frío del invierno, abra de golpe la ventanas, apague las velas y acalle los violines, saldré de la fiesta y del juego de la vida. Caminaré sólo y en la sombras y escucharé al hombre justificado y libre, que nace en mi silencio..
(Juanma Miranda)

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