
-¿Quien eres?
-Te he venido siguendo desde hace muchos días. Sabía que contigo viajaba la vida.-Me contestó.
-Viajo sólo. Es más rapido. Y en estos días más seguro.-dije
-No seré una molestia, cuando lo desees me marcharé de tu lado...¿hacia donde viajas?
-A estas alturas de mi camino, creo que viajo al infinito, pues tan largo y arduo se me está
haciendo el camino en pos de mi destino,
-¿Qué buscas?- Me preguntó. ¿Tu tierra, tu hogar?
-Mi tierra y mi hogar, están muy al sur. No sé si aún existen, tras este invierno tan largo de las almas y los cuerpos. Transito estas tierras por donde soy peregrino y extranjero buscando al ser que hace brotar a mi corazón de su coraza de huesos y de músculos.Busco a Ilaia.La mujer que la existencia me deparó como compañera.Vino a estas tierras, sola, buscando unas palabras sagradas.El signo de la vida y de la muerte.El límite preciso del espacio y la tierra; del corazón y la mente. El pincipio y el fin. Donde se para el tiempo y la memoria. La absoluta unión del alma con el cuerpo. La verdad última...e imperecedera. Lo perpétuo y eterno ..
-Debes amarla mucho, para intentar tan arduo y peligroso viaje en su búsqueda.- Me preguntó con una
dulce voz

-Comprendo. Es tu todo...es tu principio...y es tu final..
-Es mi último y postrer latido. El último vestigio de mi corazón...
Y mis palabras cayeron a la tierra, como gotas de agua sobre piedras calientes. Y la noche se hizo más noche, y mi garganta se secó más honda. Y mi pecho respiró más seco.Hablaba y mis palabras, parecían el eco de la voz de otro hombre. Sangraba y mi sangre parecía la herida abierta de otro ser. Lloraba y mis lágrimas saladas parecía el llanto del último hombre sobre la tierra. El hombre Omega. .Me levanté y dejé a mi visitante acercarse al fuego. Me enderezé sobre la tierra y me sentí extranjero de mi mismo. Miré
sin contemplar, el Mar de la Melancolía, que separa las tierras de Wikwall y de Knopts, hablando sin oirme, sin saber si la mujer del cabello rojo me escuchaba, le susurré a la noche y a las estrellas, mi postrer testamento,
-Díles a los otros, a todos los viajeros que halles en tu destino,a aquellos que como conmigo compartas otro fuego. Díles que fui un cometa errante. Una luz que se extinguió, buscando su camino...
Y amaneció otro día oscuro. Sin sol. Y murió ese día. Y tras ese día, todos esperaron que tras la penumbra, alumbrara el sol. Mas llegó ese otro día, negro, sin luz. Y tras de él de nuevo la noche.Y siguió la oscuridad al nacer los días..
Al amanecer del septimo día. del septimo año de mi viaje. llegué hasta una playa. Sobre la espuma del mar, peces de plata buscaban en su orilla irizada de brillo el aire extinguido, y un rayo de luz ambar, se filtró entre las nubes. Un aire sin rumbo, tropeló en una tormenta de furioso viento. Entré en el interior de la tormenta. Algo que todo navegante sabe, es que por extraño que parezca. mientras alrededor de la tormenta, todo es desastre y destrucción, en su centro, en el exacto cenit y eje de su ira, todo es paz y serenidad. Llegué hasta ese centro y me senté exhausto. Y como una plegaria, o como una oración, a un Dios desconocido, rezé por mi amor. Por Ilaia. Y rezé también por todos los caminantes, como yo,errantes de la tierra.
(autor: El viajero de la noche-juan manuel miranda)
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