lunes, 16 de agosto de 2010

Sed de tí....

Sed de tí....


Esta mañana amaneció amarillo. Más tarde la luz cobró tonalidades púrpuras, la tarde verdeó tras la sobremesa, y al crepúsculo, anaranjadas nubes y bermellones aires, se agitaron tras el horizonte, se alzaron, se abrieron, se estiraron hasta casi romperse, y llegar mansamente a la orilla de la playa. Arribaron convertidos en los tenues rayos de luz de la huidiza luna, plateando mis manos, mojando mis muñecas y
cincelando mis brazos, cubriendo mi piel de un cálido brillo que me confería cualidades de pez de fuego de las profundidades, de ave de brillo de los vientos, de olas de planetas sagrados, mientras aún recuerdo tu silueta agreste por mi sangre...

Las largas tardes del verano, van decayendo paulatinamente, imperceptiblemente, con un delicado cuidado, para que a los colores vivos del verano, le suceda, poco a poco, la gama diluida, como unas acuarelas, de los colores pasteles de la estación del año, en que se pierden los pasos, sin dejar huellas en la arena del tiempo....

Llegas como la lluvia fresca. Para calmar mi sed de tí. Yo soy laguna viva para bañar tu piel de mí. Estas noches, sin nombre, mi cuerpo, tropezaba con la impalpable madeja de hilos de tu ausencia, mi mano, dibujaba un esbozo en la penumbra caliente de la noche. Pintor de la penumbra invisible, trazaba tus círculos, tus rectas, tus labios impalpables, tus precisas pupilas, tu sonrisa colgada como el astro de plata, en la esquina goteante de espera de mi cama. Y el lecho se bañaba de plateada pátina. Y mirando
cuan lejos mis ojos alcanzaban, oteaba en países remotos con soles paralelos, tus ojos como el oro, brillar al compás de auroras boreales..

Esta noche calmó el viento su dolor de amante solitario. Las olas golpeaban silentes, sin premura, con cansado descuido los pantalanes, los cantiles, los muros, las maderamenes; con paciencia y ternura de amante silencioso, la mar cincelaba con caricias pausadas, los límites del tiempo en que fuimos remeros del mismo sueño, espectantes vigías de las estrellas, oteadores de las brillantes Perseidas, acompañantes del solitario Aldebarán, proeles de la atípica utopía, donde da la vuelta el viento convertido en llama inextinguible...

Llegarás con tu luz, ese resplandor azulado como el primer rayo de vida de la mañana, o rosaceo, como el último vestigio de la vida en la tarde. Hace tiempo, me levanté del sueño, una noche sin rumbo, herrático en la penumbra que no lleva tu símbolos; me herí, la piel, las manos, los brazos, las arterias, los rincones del alma se me abrieron, como una animal cazado con una bala de luna en noches como éstas....

Aguardo, que el mirlo, levante su nido; que las aves que anidan es africanos paisajes, y espejismos ubérrimos, cruzen el cielo como el raudo cuchillo que corta el cielo, en abismos iguales, uno rojo, otro negro. Que la primera gota, colme la sed de labios de mi casa, que el primer viento frío del otoño, tropele en mis persianas, para anunciar que llega un tiempo nuevo. Sed de tí, de tus cabellos en mi rostro, al colmar el sueño mis pupílas saciadas; sed de tí, de tus pasos de golondrina sedosa en mis pasillos, sed de tí, de tus
ropas, tus peines, tus perfumes, tus colores. Se de tí. Del agua que calma la sed que nació al principio de los tiempos, del río que emigró hacia horizontes sin límites, de rumores del viento, de poemas transitando mi pulso en dos sangres en tu pulso. De viajeros llegados del confín de la tierra con noticias de tus atardeceres en ignoradas playas. Sed de tí, de la mojada paz que hallé en tus labios...

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